¿Es arte el arte urbano? La pregunta parece absurda, el propio término lo dice: arte urbano. Pero no es una pregunta absurda. Miles de personas en todo el mundo opinan que los grafitis, pegatinas y las plantillas no son arte. Si lo serian esos mismo grafitis, pegatinas y plantillas en una galería de arte, o en el MoMA de Nueva York, o en boca de alguno de esos pocos alfa del mundo del arte que deciden quien merece la consideración de artista y quién no.
El viejo elitismo esnob, que vuelve al ataque una y otra vez frente a cada tendencia o rama de la creatividad humana que desafía los límites de lo tradicional, de lo establecido y de lo ya conocido. Aunque en realidad, el problema de fondo no es tanto el esnobismo como la lucha por la conservación de los viejos privilegios decimonónicos.
Así de simple. Galeristas, críticos de arte y museólogos viven (muy bien, por cierto) de ponerle precio a las obras y a los artistas que controlan. Viven del dinero que reciben por sus supuestos conocimientos artísticos, siempre tan esotéricos y caprichosos.
Pero el arte urbano es incontrolable. Sus autores son rebeldes, egoístas, prepotentes, testarudos, individualistas y gregarios al mismo tiempo. No quieren que les mantengan o que les subvencionen por su cara bonita. Sus obras desaparecen en pocas semanas, se resisten a ser trasladas a las paredes de una galería si no es por pura conveniencia y se encuentran más cerca del dinámico sector del diseño gráfico o la ilustración que del disecado mundo del arte oficial. El arte urbano es el arte lo que el punk fue el rock.
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Murales
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Arte urbano
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