¿Acaso Nietzsche justificaría las gamberradas de Bart? Y Lisa, por socrática, ¿debería caernos mal? ¿Se puede ser virtuoso y ofrecer la propia familia a los extraterrestres para salvar el pellejo, como Homero?
¿Tal vez Marge nos haga sentir en casa porque, en realidad, se trata de una madre y ama de casa machista? ¿Cómo la propia serie, por otra parte? ¿Se puede aprender algo sobre la felicidad gracias a las miserias del señor Burns? ¿Es un disparate considerarse de izquierdas y reírse del infortunio de Springfield, aunque se trate de un pueblo de animación? ¿Acaso no es la desgracia ajena lo único que hace reír? ¿Quién decide si Los Simpson es una serie incorrecta y hasta combativa o en cambio el poder también se esconde bajo el monopatín de Bart? ¿Quién es el listillo que sentenciará si Springfield es fruto de un enfoque deconstrucclonista del mundo o Derrida se revuelca en la tumba?
¿Será que, como han sospechado siempre algunos friques
Los Simpson es el mayor logro inopinado del pensamiento
Contemporáneo precisamente porque plantea estas y otras preguntas, un secreto a voces que se Impone sobre tanta cháchara vacua a propósito de la cultura popular?
El propio Homero Simpson afirma que «las serles animadas no tienen significado profundo. Son solo unos dibujos estúpidos para pasar el rato». Con todo, este libro no solo tiene mucho que decir sobre ese gran artefacto cultural de nuestro tiempo que es Los Simpson a entusiastas y detractores de la serie por igual, sino que es una introducción entretenida y al mismo tiempo rigurosa a la obra de pensadores como Aristóteles, Kant, Heidegger o Sartre, entre muchos otros.
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