Al repasar cada uno de los maravillosos momentos de mi vida y escribir sobre la vida y obra de mis padres me lleno de nostalgia con recuerdos que más parecerían una historia de fantasía que una realidad vivida. Tuve el privilegio de nacer en un hogar, de esos de antes, de esos construidos para toda la vida, plenos de amor, de unión, de respeto y armonía, donde, adicionalmente la presencia de la música, la danza, el teatro, el cine y demás expresiones del alma, enriquecían nuestro diario vivir. Patricia y mis hermanos Guido Lizardo y César Augusto, los hijos de Raquel Ércole y Lizardo Díaz, cariñosamente llamados toda la vida, los hijos de los tolimenses.
Desde pequeños correteábamos entre tiples y guitarras, cámaras, viajes, maletas y una gran cantidad de artistas que hacían parte de nuestra vida cotidiana. Repasando los álbumes de la historia, nos encontramos de cerca con la historia del folclor colombiano, del nacer del teatro, del cine y por supuesto del más grande dúo musical que, sin pretensión alguna, creo que ha tenido nuestro país. Los tolimenses acompañaron varias generaciones, desde la radio y el posterior nacer de la televisión en blanco y negro, llevando el folclor nacional y el buen humor por todos los rincones del país. Repasando esta historia me siento en la obligación de compartirla con todos ustedes como un legado de capital importancia en nuestra historia cultural.
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