Unas cuantas hojas del diario de Alejandro López y el relato emocionado de su hijo son el tiquete para iniciar este viaje en tren desde Medellín hasta el Túnel de la Quiebra, el sitio donde se halla la tumba de este ingeniero antioqueño que con sus iniciativas contribuyó a ampliar las fronteras del desarrollo técnico, y científico del país.
La biografía escrita por Irene Vasco, en la que rastrea las huellas y los proyectos del hombre que retó lo imposible, es una invitación a todos los jóvenes para desempolvar las historias de aquellos hombres que contribuyeron en alguna medida al desarrollo del país; y una incitación para asumir la inaplazable y necesaria tarea de continuar sus hazañas científicas.
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