El actual capitalismo, definido como capitalismo financiero, es paralelamente capitalismo reputacional. Un mundo virtual lleno de signos y productos de futuro más que de realidades y presente en el cual todo es cuestión de fiabilidad, credibilidad, crédito y confianza. Agentes públicos y corporaciones de todo tipo han tenido que «fabricarse un alma» que las hiciese reconocibles y creíbles, una marca y demás activos inmateriales e intangibles que en ese entorno se mueven.
La gestión y manejo de esos intangibles ha entrado de lleno en las estrategias de los negocios y de la política desde la década de 1980. Se trata de activos reconocidos y presentes en cuentas de resultados, en objetivos, en balances y en beneficios, englobados en torno al término «reputación». La «reputación» responde al definitivo redescubrimiento del «cliente» como entidad final objeto de cualquier actividad e iniciativa pública y de mercado, al focalizar toda la actividad de las instituciones y empresas desde el cliente final. La «reputación» es la respuesta, el retorno, que el individuo, el grupo, el mercado, la opinión, dan como interlocutores a la posición de una corporación en la sociedad.
De esto trata este ensayo, de cómo se ha sistematizado el capitalismo reputacional, de cómo se han creado, organizado y gestionado los activos inmateriales, de cómo la comunicación, sus medios y herramientas son el sistema que soporta reputación e intangibles, de cómo la comunicación y los intangibles han evolucionado hasta posicionarse en el corazón mismo de las organizaciones y de los negocios, constituyéndose, junto con las finanzas, en componente esencial de la época que estamos viviendo y en uno de los fundamentos del mundo del inmediato futuro.
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