Trasplante Pulmonar
El trasplante es actualmente una opción terapéutica en determinados pacientes con enfermedad pulmonar avanzada. El hecho de que menos del 1% de los pacientes candidatos a trasplante pulmonar se beneficien de esta intervención, contrasta con el mayor acceso al trasplante de otros pacientes con enfermedades crónicas como la insuficiencia renal. El limitado número de injertos pulmonares disponibles y la menor supervivencia precoz y tardía en relación con otros órganos, pueden explicar en parte este bajo porcentaje.
Los avances en el manejo perioperatorio y en la inmunosupresión han permitido mejorar la supervivencia a medio y corto plazo, y, de forma menos importante, la supervivencia a largo plazo. Se debe, en parte, a los efectos adversos del tratamiento inmunosupresor y/o al desarrollo de inmunorreactividad tardía no inhibida con los fármacos inmunosupresores actualmente disponibles.
El riesgo de rechazo agudo e infecciones, aunque mayor en los primeros meses posttrasplante, se mantiene a lo largo de la vida del paciente. El paciente trasplantado debe mantener “de por vida” el tratamiento inmunosupresor y realizar controles médicos periódicos, por lo que es fundamental entrenar y educar a los receptores de forma adecuada y facilitar el seguimiento compartido entre las unidades de referencia y el centro trasplantador.
Los resultados del trasplante pulmonar pueden optimizarse si se elige al receptor apropiado, se le informa de forma correcta, se le trasplanta en el momento oportuno y se le cuida de forma adecuada antes y después de la intervención.
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