Un Salto Gigantesco
La Luna siempre representó algo inalcanzable. Durante la mayor parte de nuestra historia como civilización no tuvimos la más mínima idea de lo que era, de qué estaba hecha, o por qué estaba ahí.
Aristóteles, el famoso filósofo griego del siglo IV antes de Cristo, nos convenció durante casi dos mil años de que la Luna estaba hecha de éter, que era inmutable y perfecta.
No fue sino hasta que Galileo la observó a través de su telescopio, hace apenas cuatrocientos años, que supimos que era un lugar similar a la Tierra, repleto de montañas y valles, cráteres y cordilleras. Situada a 385.000 kilómetros de distancia, la Luna ya no es un lugar inalcanzable.
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