Cuentan los sabios que todo buen judío, al levantarse por la mañana, daba gracias a su dios por no ser pagano, mujer o esclavo. ¿Cuál era entonces el papel de las mujeres en los tiempos de Jesús? Las vírgenes eran presas codiciadas para el matrimonio, y las casadas gobernaban como dueñas del hogar y maestras de sus hijos, a resguardo de la mirada ajena y al amparo de unas leyes creadas por los hombres.
A lo largo de los siglos, la Iglesia se ha preocupado por seguir estas reglas y alejar del poder fáctico a la mujer, pero Enzo Bianchi ha repasado con atención algunos textos sagrados para mostrarnos la actitud de Jesús hacia las figuras femeninas que se cruzaron en su vida: mujeres enfermas, extranjeras, adúlteras, que se acercaron y recibieron de él palabras de respeto y aliento. Y, entre ellas, destaca la imagen de María Magdalena, que la Historia con mayúsculas ha tratado de manera extravagante y a menudo perversa, pero que en boca de Jesús fue apóstol de los apóstoles, mujer sabia y poderosa.
There are no reviews yet.