El Tratado de la naturaleza humana fue la primera obra de Hume y, pese a carecer de lectores en su primera edición, fue también la más importante. En su autobiografía «Mi propia vida» dice del libro que «nació muerto desde la imprenta» y para intentar mover la curiosidad del público incluso publicó anónimamente un resumen del texto, sin demasiado éxito. De hecho, Hume a lo largo de su vida sólo logró reconocimiento público como historiador y como político liberal. Sus tesis, consideradas ateas, le impidieron ser profesor en la Universidad y sólo logró –con dificultades– un puesto como bibliotecario. Años después con la publicación de la Investigación sobre el entendimiento humano, las tesis escépticas de la obra fueron mejor aceptadas por el público.
El proyecto de Hume fue el de constituir una ciencia de la naturaleza humana, tomando como modelo las ciencias de la naturaleza –y particularmente la física de Newton– para mostrar que el determinismo que se aplica a los fenómenos y a las leyes de la naturaleza permite también dar cuenta de las operaciones de la mente y prescindir de términos confusos (como ‘substancia’ o ‘causa’) cuyo uso en vez de facilitar el conocimiento lo dificulta. El subtítulo del libro: «Ensayo para introducir el método experimental de razonamiento en los temas morales», precisa el alcance que el autor pretendió dar a su obra. La ciencia de la naturaleza humana debe permitir, según Hume, edificar: «el sistema completo de las ciencias», mediante la crítica a conceptos que no tienen el adecuado correlato empírico.
La obra se plantea como un análisis crítico del entendimiento para comprender el papel de las pasiones y de la costumbre en el conocimiento y para fundar, posteriormente, la moral sobre el sentimiento
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